PASE AL ACTO
Te sentías culpable
por todo. Cada gesto
de disgusto te hundía,
cada silencio. Mitos
que alimentaste desde
la más remota infancia:
golpes. Y un corazón
que nunca supo ser
inmune a las mareas
de la vida. Retablo
cada salida, ahora:
espadazos y turbios
gritos para decirles
que basta, que te aturden.
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