TODOS: EL OTRO
Y la voz, en sordina,
te dice lo que todos
saben y quieren, no
de sí mismos, impunes,
sino de vos: dictamen
y ensambladura rota.
Y la voz, que aparece
de repente, se esfuma
al toque, pero bastan
ese espolón y muro
para seguir temiendo
y odiando: a manotazos.
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