NO ESTÁ MUERTO QUIEN ESPERA
Recibiste, de espaldas,
lentas caricias, no
del todo sabias porque
no hubo correspondencia
de tu parte y en cambio
optaste por el sueño
--todo un día de estudio--,
¡ay!, demasiado pronto.
En vela, al recordar
tu piel bajo mi torpe
mano que ahora escribe,
el deseo relucta
y a la vez se desunce...
Pero no: el palafrén
de las pasiones dicta
contención y que pasen
las horas: vuelta al siempre.
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