viernes, 24 de marzo de 2017

LA ENCRUCIJADA


Con el mango torcido 
y un poco de pelusa, 
mi escoba es un Van Gogh 
con más vida que muchos 
de mis poemas. Alma 
es lo que tiene, quieta 
y dulce allí. Mentira: 
no los poemas, no 
su espacio: es el vil odio 
cebándome un veneno 
que todo lo oscurece
lo que está muerto. Abrirse, 
que lo demás no importa. 
Y que dé cuenta el arte, 
incluso si al final 
enmudece. Habré amado. 

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